Clase: Placodermos

Clase: Placodermos
Los placodermos, palabra que significa «piel en placas», constituían un curioso conjunto de peces mandibulados con pesadas corazas.
En estos peces, varias placas grandes encastradas formaban una armadura ósea para la cabeza, mientras que otra serie de placas encerraban la parte frontal del cuerpo en una especie de armadura.
El resto del cuerpo no presentaba por lo general ningún tipo de revestimiento escamoso.
Los placodermos pueden considerarse una ramificación de la línea evolutiva principal que condujo hacia los peces óseos.
Este grupo, de vida comparativamente breve, hizo su aparición a principios del Devónico y se extinguió a principios del Carbonífero.
Muchos placodermos vivían en el fondo del mar, con el achatado cuerpo anclado por el peso de la robusta coraza ósea.
Otros, de armadura menos pesada, llegaron a ser buenos nadadores en mar abierto.
Las mandíbulas de todos estos peces estaban provistas de anchas placas dentarias, en lugar de dientes individuales, lo cual les servía para moler las conchas más duras.
Mencionaremos ejemplos de los cuatro grupos principales de placodermos: renánidos, ptictodóntidos, artrodiros y antiarcos.
El Gemuendina vivió a principios del Devónico en Europa (Alemania), y medía 30 cm de longitud. El cuerpo redondeado y achatado de este primitivo placodermo habitante del fondo marino, del orden de los renánidos, se parecía notablemente al de las rayas modernas.
Las aletas pectorales se extendían a los lados del cuerpo como grandes alas y los ojos y espiráculos estaban situados en la parte superior de la cabeza.
Estas características se repitieron unos 260 millones de años en un grupo de peces que no guardaba ninguna relación con los placodermos: el de las rayas y mantas que han vivido en el fondo del mar desde principios del Jurásico.
Es éste un ejemplo excelente de evolución convergente, fenómeno por el cual seres no emparentados adquieren estructuras similares y a menudo los mismos hábitos.
El Gemuendina carecía de la pesada coraza de sus descendientes. Un mosaico de pequeñas placas óseas revestía su cuerpo, sembrado de aguzados dentículos defensivos, y unas pocas placas más grandes cubrían las caras superior e inferior de la cabeza.
Este placodermo carecía también de las características placas dentarias de sus sucesores.
Sus mandíbulas estaban provistas en cambio de tubérculos en forma de estrella, que hacían las veces de dientes.
El Ctenurella vivió a finales del Devónico en Australia (Australia Occidental) y Europa (Alemania), y medía 13 cm de longitud.
Era un placodermo pequeño, del orden de los ptictodóntidos, cuyo único revestimiento óseo era una placa sobre la cabeza y una banda alrededor de la cintura torácica. Tenía dos aletas dorsales, una erguida y la otra baja y alargada.
Los pares de grandes aletas pectorales y pélvicas lo estabilizaban por debajo, y la cola se movía con ondulaciones de látigo.
Este pequeño placodermo tenía placas dentarias moledoras, y los huesos de sus mandíbulas superiores estaban firmemente fusionados con la caja craneana.
En el fondo del mar encontraba, su alimento, compuesto de crustáceos y erizos de mar.
Es evidente que también podía nadar, a juzgar por su forma hidrodinámica y por las aletas dispuestas en pares. Vemos aquí otro ejemplo de evolución convergente.
Del mismo modo que en el caso de los renánidos y las rayas, el Ctenurella y sus parientes habían desarrollado una forma corporal que se repetiría más adelante en otro grupo de peces cartilaginosos, el de las quimeras.
El Groenlandaspís vivió a finales del Devónico en la Antártida (Tierra de Victoria del Sur), Australia (Nueva Gales del Sur), Europa (Inglaterra, Irlanda y Turquía) y Groenlandia, y medía 7,5 cm de longitud.
Este minúsculo pez acorazado, hallado literalmente en polos opuestos del mundo, pertenecía al grupo más abundante y diversificado de placodermos: los artrodiros o peces de «cuello articulado», que representan el 60 % de todos los placodermos conocidos.
Era, un achatado habitante del fondo marino, que molía moluscos y crustáceos entre las placas dentarias.
Como solía reposar directamente sobre el lecho marino y por lo tanto no podía dejar caer la mandíbula inferior, este placodermo, como muchos de sus parientes, desarrolló un ingenioso sistema de bisagra que le permitía abrir enormemente las mandíbulas para atrapar presas grandes.
La coraza de la cabeza estaba unida con la del tronco mediante un par de articulaciones situadas a los lados del cuerpo.
Gracias a estas bisagras, el pez podía echar hacia atrás la cabeza sin mover la mandíbula inferior, mientras la boca se proyectaba para atrapar a la presa.
El Coccosteus vivó a mediados a finales del Devónico en Europa (Escocia y URSS) y América del Norte (Ohio), y medía 40 cm de longitud.
Era un ágil cazador y un carroñero del fondo marino.
Su cuerpo liso e hidrodinámico, desprovisto de escamas, las aletas dispuestas en pares, la cola vuelta hacia arriba y la aleta dorsal estabilizadora lo señalan como un excelente nadador.
Debe de haber sido además un agresivo carnívoro, gracias al perfeccionamiento del sistema de articulaciones de su cuello.
En efecto, las corazas de la cabeza y del tronco no sólo estaban articuladas exteriormente, como en Groenlandaspis (arriba), sino que entre las vértebras del cuello y de la base del cráneo se había desarrollado una articulación interna, que permitía a Coccosteus inclinar mucho más la cabeza hacia atrás. Por lo tanto, podía tragar bocados mucho más grandes que sus parientes.
Sus mandíbulas eran además más largas, lo cual contribuía a extender sus capacidades predadoras.
Otra ventaja de este sistema de bisagras era que el movimiento vertical de la cabeza ayudaría a bombear agua a través de los arcos de las agallas, que se expandían cuando la boca estaba abierta.
Es probable que el Coccosteus complementara su dieta tragando grandes bocados de lodo.
Digería entonces la materia orgánica contenida en el barro y expulsaba el resto en forma de heces.
El Dunkleosteus vivió a finales del Devónico en África (Marruecos), Europa (Bélgica y Polonia) y América del Norte (California, Ohio, Pennsylvania y Tennessee), y medía 3,5 m de longitud.
Algunos artrodiros alcanzaron enormes dimensiones y es probable que compitieran por el alimento con los tiburones contemporáneos, como Cladoselache.
El Dunkleosteus era, el gigante del grupo, con un cráneo de más de 65 cm. de largo; pero algunos de sus parientes, como Dinichthys y Titanichthys, rivalizaban en tamaño, con 2,1 m y 3,4 m, respectivamente.
La coraza ósea del tronco de Dunkleosteus se interrumpía poco antes de las aletas pectorales, dejándolas en libertad para un mejor control de las maniobras de avance y frenado.
Con sinuosos movimientos del cuerpo liso y sin escamas y de la larga cola, semejante a la de una anguila, este pez debe de haber surcado ágilmente los mares en busca de su presa.
El cuello articulado y las bisagras de la coraza de Dunkleosteus le conferían una capacidad mordedora lenta, pero sumamente poderosa.
Una vez atrapada la víctima, las grandes placas dentarias entraban en acción: las puntas semejantes a colmillos de la parte frontal de las mandíbulas sujetaban y desgarraban la carne de la presa, mientras que los aguzados bordes de la parte posterior la machacaban.
El Bothríolepis vivió a finales del Devónico en todo el mundo, y medía 30 cm de longitud.
Pertenecía al grupo más pesadamente acorazado de los placodermos, los antiarcos.
Estos peces compartían con los artrodiros un antepasado común y como muchos de ellos, eran achatados habitantes del fondo marino, aunque los antiarcos eran peces de agua dulce.
La cabeza estaba protegida por una coraza ósea corta, articulada con la armadura del tronco, mucho más larga.
Las aletas pectorales del Bothriolepis y sus parientes estaban reducidas a un par de espinas con placas óseas, que no pueden haberles servido para nadar.
Estaban articuladas con el borde delantero de la coraza del tronco mediante una compleja bisagra.
Otra articulación en la mitad de su longitud indica que podían inclinarse y que tal vez el pez las utilizara como zancos para arrastrar su pesado cuerpo por el lecho del río.
Es posible que la cola vuelta hacia arriba levantara la parte trasera del cuerpo, manteniendo la cabeza del pez hacia abajo, mientras buscaba partículas nutritivas entre el barro o la arena del fondo.

El Palaeospondylus vivió a mediados del Devónico en Europa (Escocia), y medía 6 cm. de longitud.
Este diminuto ser ha intrigado a los paleontólogos desde su descubrimiento en 1890.
Se han hallado cientos de especímenes en una sola localidad escocesa.
Todos consistían en una larga columna vertebral, con espinas en uno de los extremos, que presumiblemente formaban la estructura de una aleta caudal, y un cráneo en el otro extremo.
Esta criatura no parece haber tenido mandíbulas ni aletas dispuestas en pares.
A lo largo de los años, se ha interpretado como un agnato, un placodermo carente de revestimiento óseo, una especie de quimera o incluso un pez pulmonado.
Algunos han llegado a sugerir que podría ser la forma larval de un anfibio.
Para mayor misterio, los paleontólogos no han po
dido determinar si el esqueleto está compuesto de cartílago calcificado o de tejido óseo.