Los fósiles de la cueva del Sidrón (Piloña-Asturias) ayudan a explicar la extinción de los neandertales





Un estudio de cinco individuos, uno de ellos de la cueva de Piloña, afianza la hipótesis de que la especie desapareció por lo reducido de la población y su escasa variación genética.

Uno de los fósiles utilizado en el análisis. /
Foto: CSIC/sinc


Los neandertales eran pocos y muy emparentados. Así lo refleja un estudio de los restos de cinco individuos de la especie, uno de ellos procedente de la cueva piloñesa del Sidrón que hoy publica la revista «Science». La demografía y la genética vendrían a dar respuesta a una de las grandes incógnitas de la paleontología: el porqué de la extinción de los neandertales.

El material analizado corresponde a cinco individuos distintos: uno del Sidrón, otro del yacimiento croata deVindija, dos del de Feldhofer, en Alemania -en el valle de Neander, que puede considerarse la «cuna» antropológica de la especie- y un quinto de Mezmaiskaya, en Rusia. El proceso implantado en Sidrón para la extracción de fósiles en condiciones de máxima asepsia, al objeto de evitar la contaminación del material genético arcaico, y una nueva técnica de análisis, la ultrasecuenciación masiva, que permite estudiar millones de secuencias de ADN constituyen la base metodológica del artículo publicado en «Science» y que suscriben dieciocho investigadores. Entre los firmantes figuran Javier Fortea, responsable del equipo que excava en Sidrón, junto a Marco de la Rasilla, codirector de las excavaciones, Antonio Rosas y Carles Lalueza, que trabajan en el estudio de los fósiles en sus distintas perspectivas. A ellos se añade también Svante Pääbo, del Instituto Max Planck, que lidera el proyecto de genoma neandertal.

De izquierda a derecha, Svante Pääbo, Antonio Rosas, Javier Fortea, Carles Lalueza y Marco de la Rasilla.

El análisis del genoma de los cinco individuos -y la secuencia parcial de un sexto espécimen extraído del yacimiento ruso- ha permitido determinar que hace 110.000 años existió lo que se llama una «Eva mitocondrial neandertal». O lo que es lo mismo que todos los neandertales examinados, la antigüedad de cuyos fósiles oscila entre los 70.000 y los 38.000 años, proceden genéticamente de la misma mujer.

Todo el material genético de la mitocondria, un orgánulo celular que desempeña funciones clave en el aporte energético, se transmite por vía materna, lo que permite establecer linajes matrilineales. En realidad, la aportación genética de los padres se concentra exclusivamente en el núcleo de la célula. El análisis del genoma de los neandertales seleccionados «nos lleva a converger en una Eva mitocondrial, lo que significa que hace 110.000 años se produjo un cuello de botella demográfico, la población neandertal quedó muy reducida y a partir de la descendencia de una de las mujeres que sobrevivió a esa circunstancia se volvió a recolonizar», explica Antonio Rosas desde su despacho en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Rosas considera que la «Eva neandertal» quizá tenga más de esos 110.000 millones que fija el artículo de «Science» y el proceso que la llevó a convertirse en la madre genética de la especie coincide «con una glaciación muy intensa ocurrida hace 130.000 años que probablemente fue devastadora para los neandertales». El lugar donde vivió esa mujer que relanzó la especie se desconoce.

La «Eva neandertal» sería mucho más joven que la «Eva» de la que procedemos los humanos modernos, que habría vivido en África hace 150.000 años. En ambas especies, la genética nos coloca ante momentos en que su supervivencia estuvo seriamente comprometida. Pero en el caso de los neandertales afianza una de las hipótesis que se baraja sobre su extinción.

El origen del neandertal se sitúa en torno a los 230.000 años y su desaparición hace unos 28.000. Asentados en Europa y la zona más occidental de Asia, convivieron con el hombre moderno durante casi 20.000 años hasta su completa extinción. La curiosidad que despertó el descubrimiento de los fósiles en el siglo XIX la convirtió en una de las populares y la más estudiada. Pese a ello, no se ha llegado a determinar con certeza la causa de su desaparición. Adaptados a un medio hostil, con una forma corporal más contundente que la nuestra y más apta, en muchos aspectos, para enfrentarse al mundo, resulta difícil explicar el porqué no sobrevivieron.

Este nuevo estudio apunta a que la población neandertal estaría distribuida «en pequeños grupos muy móviles y con una baja densidad demográfica», según Rosas. En estas poblaciones de tamaño reducido, el número de mujeres sería inferior a 3.500. A ello se añade la escasa variación genética. «Se ha estimado una variabilidad incluso inferior a la que se encuentra actualmente en la poblaciones humana de Europa», apunta el investigador del CSIC, quien, a modo de ejemplo, expone que «los genomas de Feldhofer y Vidija, que están separados por casi mil kilómetros, son idénticos, algo que sólo puede ocurrir si la diversidad de la especie es muy baja».

Estos factores «corroboran un modelo de extinción de los neandertales que encaja muy bien con los modelos de extinción de los mamíferos que ya conocemos», afirma Antonio Rosas. «La conjunción de la inestabilidad demográfica asociada a la pérdida de variabilidad genética sería la causa de la extinción», resume.

Artículos como el ahora publicado por «Science» nos colocan ante los que Rosas denomina «una explosión de comprensión» que permite conectar anteriores hallazgos paleontógicos y profundizar en el conocimiento de la especie. Sin embargo, el investigador sentencia que de los neandertales «sabemos un poco de cómo nacen y sabemos poco de cómo mueren».

---------

Fósil procedente del yacimiento del Sidrón. Foto: EFE/EL PAIS


Fortea: «Estamos ante datos muy importantes que contribuyen a la gran respuesta»


El artículo de «Science» «entra de lleno en el problema de la extinción de los neandertales», afirma Javier Fortea, cabeza visible del equipo que excava en Sidrón. Fortea se encuentra más satisfecho con la explicación a la que ahora apuntan las conclusiones de la nueva investigación que con otras hipótesis, como la que atribuye la desaparición de los neandertales a cambios climáticos y que, a su juicio, configuran «una respuesta demasiado lineal, excesivamente casuística». Por ello, el artículo aporta «datos muy importantes que pueden contribuir a esa gran respuesta».

Fortea apunta a que la datación del individuo de Sidrón que se utiliza en el estudio -uno de los al menos diez identificados hasta ahora en el yacimiento de Piloña- y que le atribuye una edad de 39.000 años se queda corta. «Técnicas más sofisticadas y que no están todavía al alcance de los laboratorios comerciales permiten ubicar los restos de Sidrón entorno a 48-49.000 años, tal como se refleja en un artículo que aparecerá en breve en la revista "Archaeometry". El laboratorio de Oxford corrobora esta datación por lo que, los de Sidrón no son los últimos sino los penúltimos neandertales y están en el momento de mayor expansión de ese mundo».

Fortea anticipa el potencial de los estudios sobre el estroncio, mineral que se acumula en los dientes y que, asociado al entorno, «sirve de marcador para determinar dónde han pasado la niñez los distintos individuos. Esto permite averiguar la procedencia de cada uno de ellos y establecer unas pautas de movilidad». En este programa de estudio están implicados los distintos yacimientos europeos de la especie neandertal.