Las primeras plantas terrestres

Las primeras plantas terrestres se caracterizan por un tejido de soporte mecánico que les da rigidez, una cutícula perforada que permitía a la planta "respirar", y esporas resistentes a la desecación que las ayudaba a sobrevivir y a germinar en la tierra. Las cápsulas portadoras de esporas se encontraban en los extremos de finas ramas, solas o en racimos, o a los lados. Estas plantas podían ser desde las más pequeñas, tipo trepadoras, hasta las variedades de tallo espinoso de un metro de altura.

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